lunes, 14 de septiembre de 2009

Querido Diario: los vampiros no son tan malos


De pequeña, leía El pequeño vampiro. Algo más mayor, devoré Entrevista con el vampiro. Más tarde, me enganché a Buffy y Angel. Luego, disfruté de Blade. Son sólo unas pequeñas muestras de mi atracción a los vampiros. Eso unido a mi ya declarada afición a las series teen, el resultado podía ser que me gustase The Vampire Diaries. Y se acerca bastante a mi veredicto, aunque con matices.

Cuando en verano, salió la noticia de una nueva serie de CW sobre vampiros, me picó la curiosidad puesto que actualmente vivimos una época dorada sobre este género. Sin embargo, ni me gustó Crepúsculo (ni la película ni los libros), ni veo True Blood. Y en septiembre, llegó su estreno. Al estar algo ocupada el fin de semana, retrasé el visionado del 1 capítulo, aunque ya llegaban duras críticas sobre la serie (ver un excelente resumen de las opiniones de los blogueros realizada por seriefilo, aquí) lo cual me hizo pensarmelo un poco. Sin embargo, hoy me dispuse a verla alejada de toda opinión que hubiese sobre ella, tanto mala -la mayoría- como buena- la minoría-.


Y no es tan mala, aunque tampoco es perfecta. Quizás iba preparada a ver Crepúsculo en serie y no iba desencaminada. Efectivamente, bebe de la misma fuente que los Cullen y cia,(aunque los libros en los que se basa sean anteriores) pero también tiene sabores propios. Kevin Williamson, su creador, será siempre reconocido por Dawson Crece y no podemos pretender que todo lo que haga sea del mismo nivel. Tras una ausencia larga, vuelve con aires renovados. Los adolescentes ya no son como los de antes y eso se nota en el primer capítulo. Se ha adaptado a esa nueva época dorada de los vampiros y a las nuevas historias de adolescentes y eso es de alabar.

En la serie se puede disfrutar del clásico triángulo amoroso aquí aderezado del mítico dilema entre la naturaleza del ser vampiro o reformarse y parecer ser humano. Pero no es la única trama que se pudo adivinar en el primer capítulo: un hermano metido en drogas, una amiga con poderes sobrenaturales, un ex novio en busca de la verdad... Por lo cual y siempre que los guionistas lo sepan hacer, no estaremos constantemente viendo líos amorosos. Como detalle que me gustó especialmente, destacó el hecho de que si no invitas a un vampiro a casa él no puede entrar. Algo que por lo normal se suele obviar en otros lados (salvo en Buffy, que era un recurso permanente).


No obstante, no todo es perfecto. En algún momento, las secuencias recuerdan a la ya mencionada Crepúsculo e incluso, en otro, baja el tono del capítulo y se convierte en algo lento. Igual tampoco la elección de las canciones sea acertado, pero tampoco son horribles. Y vale, sí está llena de clichés y tópicos, pero no más que cualquier otra serie de este estilo. Por lo que hay que saber verla dentro de ese contexto. Quizás lo que menos me gustó fue cómo resolvieron la parte en la que muerde a la estudiante y ésta se salva. ¿No se supone que si sobrevives a un mordisco de vampiro te conviertes en uno? O, ya claro, no le ha insertado todo el veneno. Tampoco me gustó la idea de que gracias a un anillo pudiesen salir a la luz del día, aunque no está mal como explicación de cómo puede ir al instituto.

En definitiva, la serie tiene todos los ingredientes para enganchar al público joven y al no tan joven, pero que añora la adolescencia perdida y no la mira por encima del hombro. Desde luego, si pretendes ver algo absolutamente nuevo en las historias adolescentes de vampiros no las veas. Si quieres entretenerte, hazlo, porque precisamente ése es el objetivo de la serie. Sin más. Yo le sigueré dando un voto de confianza a los siguientes capítulos.

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